Sondear en el conocimiento del otro es una aventura sorprendente, a veces desconcertante, y por ello, apasionante.
Darte a conocer a otro es también un reto, incluso más complicado, sobre todo si no hemos profundizado primero en nosotros mismos, si aún no hemos descubierto quiénes somos, qué queremos y qué no queremos.
Me doy cuenta cuando dudo, cuando mis respuestas son ambiguas, cuando prefiero que elijas tú para así evitar enfrentarme al hecho de tener que posicionarme, cuando me dejo llevar, cuando con un gesto “paso palabra”, cuando con sutil “mano izquierda” doy esquinazo a posibles discusiones, cuando utilizo la democracia como escudo protector…
De éstas, y mil maneras más, es como demoro mi autoconocimiento.
Y, ¿cómo vas a dar a conocer aquello que tú mismo no conoces?… absurdo, ¿no?
Por eso, perdona!!!
Perdona si pretendía que conocieras a alguien que ni yo misma había tenido el gusto aún.
Pero desde hoy, me pongo «manos a la obra»…
[piopialo vcboxed=»1″]“Si no sabes quién eres, ¿cómo vas a conseguir ser alguien?” Sri Nisargadatta Maharaj[/piopialo]
© Fotografía: Jez Timms
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