Hoy me he dado cuenta que… sigo enamorada de ti.
Porque he de confesarte que ha habido momentos en los que dudé de ello, esos momentos difíciles en los que la vida te prueba en lo más íntimo de tu ser y tambalea tus cimientos, haciendo que dudes un poco de todo, y sí, también dudé de ti… perdóname!!
Pero hoy he vuelto a recordar qué fue lo que me atrajo hacia ti con una fuerza poderosa, sin a penas conocerte, y cómo desde entonces me quedé a vivir entre tus brazos.
En ellos he vivido los momentos más felices y también los más amargos de mi vida (hasta ahora), en ellos… me he ilusionado, me han decepcionado, he amado, he llorado, he disfrutado, he sufrido, he compartido, he creado lazos fuertes e irrompibles, he conocido y me he dejado conocer,…realmente he crecido mucho como persona, interiormente.
Y es que ahora voy comprendiendo que el Amor, con mayúscula, supone estar cuando hace sol y cuando llueve, cuando la vida te sonríe y cuando te da un revés, y aunque el sufrimiento puede en algunos momentos nublar esto, la clave me parece que está en mantenerse fieles y esperar que pase el chaparrón (que seguro pasará) y entonces decir: “sigo aquí, donde quiero estar”.
Ha ocurrido esta mañana. Cuando caminaba bajo una suave llovizna, por el Paseo de los Tristes, a los pies de tu majestuosa Alhambra, camino de un convento, por motivos laborales.
Mientras me afanaba por esquivar los demás paraguas, no resbalar con los adoquines del suelo y que no se mojara el paquete que llevaba, por un momento me he parado en seco para contemplar el paisaje que se abría ante mis ojos, una abundante vegetación de un intenso color verde, brillante por el agua que caía y limpiaba sus hojas. De repente, ha llegado a mis oídos el susurro del agua que corría por el río Darro, y aunque el cielo seguía de un insulso color gris, todo me ha parecido que cobraba una luz especial, que esa agua que caía hacía que todo reluciera de otra manera, más limpio, más puro.
He proseguido mi camino pero ya de otra forma, mirando cada detalle, haciéndome más consciente de cada lugar por donde pasaba, disfrutando del paseo con todos los sentidos agudizados a cada nuevo estímulo.
Entonces, sin darme cuenta, ha brotado de mi alma una oración de agradecimiento al Señor por encontrarme allí, por reencontrarme contigo; al Creador por toda la maravilla que salió de sus manos de amor, y por toda la Gracia que cada día derrama sobre mí, como esa suave llovizna que, sin darte cuenta, te va calando, dándote realmente vida.
Cuando he llegado al convento y la monja me ha recibido con un “vaya día más feo que hace, eh!”, con una espléndida sonrisa mi respuesta ha sido “hace un día precioso, si sabemos mirar…”, cuál habrá sido mi expresión facial y el ímpetu con el que lo he dicho para que ella me mirara con cara de “si tú lo dices…”.
Por eso, hoy te digo que, si algún día, por esas tantas vueltas que da la vida, me veo lejos de ti, mi amada Granada, siempre te recordaré como el primer amor, y eso nunca nada ni nadie podrá borrarlo de mi historia personal, de esa historia que juntos hemos construido, y me ha construido.
Jose Chamorro
Estoy totalmente de acuerdo en varios aspectos. Uno: lo explendorosa que es Granada. Sin duda alguna, también yo cuando bajo cada semana es un respirar nostalgia por el pasados e ilusiones del futuro que se hacen y crean hoy.
Por otro lado: la vida, ¿cómo la miramos? ¿desde dónde? ¿con qué ojos?… es bueno y hermoso, para uno y para otros, contemplar con admiración y ternura la estampa que se nos regala cada día.
Muy bonito, cercano y dulce.
SherPaqui
@Jose Chamorro: Gracias, Jose!! siempre es hermoso lo que sale directamente del corazón.
Desde el silencio podemos contemplar mucho mejor la vida, verdad?…con ojos del silencio ^_^
Por cierto, Linares no la conozco pero parte de Cazorla sí, y también es una maravillaaa!! en el lago de tu foto creo que no he estado, ¿en qué zona está??… es precioso!