Hoy, en la oración de laudes de la mañana, me he encontrado con este himno de Bernardo Velado Graña:
Solo desde el amor
la libertad germina,
solo desde la fe,
van creciéndole alas.
Desde el cimiento mismo
del corazón despierto,
desde la fuente clara
de las verdades últimas.
Ver al hombre y al mundo
con la mirada limpia
y el corazón cercano,
desde el solar del alma.
Tarea y aventura:
entregarme del todo,
ofrecer lo que llevo,
gozo y misericordia.
Aceite derramado
para que el carro ruede
sin quejas egoístas,
chirriando desajustes.
Soñar, amar, servir,
y esperar que me llames,
tú, Señor, que me miras,
tú que sabes mi nombre.
Una vez más, el poder del verso me sobrecoge, pues consigue poner palabras y concreción a pensamientos y sentimientos míos, muy míos en el silencio de lo profundo, y que algunos de ellos ni siquiera están en mi consciente, pero que al leerlos y meditarlos los reconozco como propios.
Por eso, para que no se pierdan en el transcurrir de los días, traigo aquí este bello poema, para mí y quizás también para ti, si te reconoces en él.
© Fotografía: Steve Halama.
Patricia Inés Fernández Salas
Qué oración más bonita para decirle a Dios de vez en cuando. Me encanta. Gracias por compartir.
Paqui Oviedo
Me alegro que te haya gustado Patricia, hazla tuya también cuando quieras, para eso la compartí 😉